Frambelisse, arte pastelero con alma local
En medio del aliento salino que emana de las legendarias minas de Zipaquirá, me topé con un hallazgo inesperado: una pastelería francesa que no solo desbordaba de comensales —como no había visto en años— sino que ofrecía una creación que redefine el arte de la repostería local con estándar internacional. Su nombre: Saint Michel .
Un pastel que dialoga con la historia
Desde el primer vistazo, Frambelisse cautiva por su presentación sobria pero delicadamente trabajada, una estética que honra la tradición francesa sin perder la raíz colombiana. Pero es en el primer bocado donde se revela su verdadero genio. Lo que podría parecer un simple pastel de frambuesa, se transforma en una experiencia multisensorial profundamente local, casi arqueológica.
Esta torta es una narrativa comestible. Las frambuesas, cultivadas en tierras frías cercanas, aportan la acidez justa, como un guiño a la altitud y al clima que las vio crecer. Luego viene el dulce de leche, lejos del cliché: está infusionado con hoja de bijao, lo que añade una capa herbal y misteriosa que evoca la cocina ancestral. Pero es el maíz tostado, crujiente y presente como una nota de percusión, el que ancla el pastel a sus raíces indígenas. Y, como si fuera poco, hay toques salados sutiles, casi minerales, que evocan con precisión poética la geología viva de la mina.
El genio detrás del horno
No es casualidad que esta pastelería esté llena hasta los bordes. Lo que se hornea aquí no es solo pan o pastel, es identidad, es territorio, es memoria colectiva. Frambelisse no es simplemente un postre: es una declaración de amor a Zipaquirá, a sus sabores olvidados, y una reinterpretación audaz de la alta pastelería francesa en clave colombiana.
Una experiencia imperdible en el corazón de Cundinamarca
En una época donde la autenticidad parece escasa y las vitrinas se llenan de productos replicables, encontrar una pieza como Frambelisse es un privilegio. Esta pastelería no solo ha logrado conquistar paladares, sino también contar una historia desde el azúcar, el maíz, la sal y la fruta.
Zipaquirá tiene, sin duda, una nueva catedral. Y está hecha de frambuesas, bijao y maíz tostado.