Un rincón del Mediterráneo en el cielo de Bogotá
Desde que llegué a Santorini Rooftop, supe que no era un restaurante cualquiera. La vista es simplemente espectacular y la ambientación te transporta, sin exagerar, directo a un rincón del Mediterráneo. Todo, desde la decoración hasta el aroma que sale de la cocina, te invita a relajarte y disfrutar… como si estuvieras entre las costas de Italia y Grecia.
El servicio, el verdadero inicio de la experiencia
Siempre he creído que el servicio es el ingrediente más importante en cualquier restaurante. Y en Santorini, esta parte no solo se cumple, se supera. Desde el primer momento fui recibido por Stephanie, la host, con una sonrisa genuina y una actitud que hace sentir al comensal realmente bienvenido. Su forma de atender no es casualidad: se nota la vocación, el compromiso y el amor por lo que hace. Ella fue quien marcó el tono de toda mi experiencia y sin duda merece ser felicitada. Lo hace de maravilla.
Para comenzar: Brie apanado y Stracciatella
La entrada fue una grata sorpresa para el paladar: queso Brie apanado con Stracciatella fresca, manzana caramelizada, miel especiada y nuez garrapiñada, servido con tostadas de pan brioche. Una combinación de texturas y sabores que equilibra lo cremoso, lo crujiente, lo dulce y lo salado de forma sutil y elegante. Un plato que abre el apetito y deja claro que aquí hay cocina con intención.
Plato fuerte: Tagliata al punto perfecto
Luego llegó la Tagliata, un corte de carne New York Chop House perfectamente sellado, jugoso, de sabor intenso pero balanceado, acompañado de una pasta cremosa y una ensalada de rúgula fresca. Es un plato que se siente trabajado, sin excesos, donde el producto es el protagonista y todo lo demás acompaña sin robarse la escena.
Un giro marino: Langosta a la parmesana
Uno de los momentos más destacados fue la llegada de las valvas de langosta a la parmesana, gratinadas al fuego y servidas sobre una fogata que potencia su aroma. La carne de langosta estaba en su punto justo, con el queso fundido realzando cada bocado sin opacar su sabor natural. Acompañada de focaccia, fue una experiencia rica, cálida y llena de carácter mediterráneo.
Final refrescante: Panna cotta de limonaria
El postre no bajó el nivel: panna cotta de limonaria con salsa de frutos rojos. Suave, fresca, delicadamente aromática. Una forma ligera y elegante de cerrar la experiencia sin caer en lo empalagoso. Este tipo de postre demuestra atención al detalle y respeto por la tradición italiana, pero con un toque fresco.
Mención especial al servicio: Jackson
Si hay algo que realmente eleva un restaurante, más allá de la comida, es el servicio humano. En este caso, quiero destacar a Jackson, quien fue el encargado de mi mesa. Su forma de atender fue impecable, siempre atento sin ser invasivo, amable sin ser forzado, y con un ritmo perfecto entre cada plato. Observar cómo se movía por el salón, atendiendo a cada mesa con el mismo nivel de dedicación, me dejó claro que tiene el don del servicio. Un profesional que sabe cómo hacer sentir especial a cada persona.
La mixología: creatividad, técnica y sabor con Felipe Prieto
La noche fue aún mejor gracias a la coctelería de Felipe Prieto, uno de los mejores bartenders que he conocido en Bogotá. Su propuesta no solo es creativa, también es ejecutada con precisión y estilo.
- Afrodita: whisky Johnnie Walker Black Label con elixir de frutos rojos y guanábana. Un cóctel envolvente, suave pero con carácter, ideal para arrancar la velada.
- Eros: una mezcla fresca e inspirada en la selva, con manzana verde, romero y miel agroecológica. Herbáceo, ligero y sorprendente, ideal para quien busca algo diferente.
Ambos cócteles demuestran que aquí no solo se sirve bien, se mezcla con intención y arte.
Conclusión: Santorini Rooftop, una experiencia completa en las alturas de Bogotá
Santorini Rooftop no es solo un restaurante, es una experiencia que involucra todos los sentidos. Vista increíble, sabores que viajan por el Mediterráneo, un servicio de primera y una atención al detalle que se siente en cada rincón.
Ideal para una cena romántica, una celebración especial o simplemente para regalarte un momento distinto en la ciudad. Aquí se come bien, se bebe mejor y, sobre todo, te hacen sentir como en casa, pero con alma griega e italiana.