“Aún Estoy Aquí”: La Película Brasileña que Gana el Oscar
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En un momento crucial para la cinematografía brasileña, Aún Estoy Aquí (2023) ha sido seleccionada como la entrada de Brasil para los Premios de la Academia® en la categoría de Mejor Película Internacional, un reconocimiento que honra no solo su potente narrativa, sino también su resonancia histórica y cultural. Dirigida por el aclamado Walter Salles, esta película se adentra en las profundidades de una familia marcada por la dictadura militar brasileña, ofreciendo una mirada conmovedora y visceral sobre la memoria colectiva y la resistencia individual.
Una historia de dolor y resistencia
Basada en las memorias del escritor Marcelo Rubens Paiva, Aún Estoy Aquí nos transporta a 1971, en pleno auge de la dictadura militar en Brasil. La historia sigue a Eunice Paiva, interpretada magistralmente por la veterana Fernanda Montenegro, quien enfrenta la desaparición de su esposo, Rubens Paiva, un activista político, y la consiguiente fractura de su familia. La película no solo cuenta la desgarradora experiencia de una mujer luchando por sobrevivir en medio de la violencia estatal, sino que también traza un paralelismo entre la reconstrucción de su vida personal y la del país, que a lo largo de los años reconstruye lentamente su memoria.
El punto de partida del filme se nutre de la intimidad familiar, un refugio de amor y resistencia en tiempos de opresión. La casa de los Paiva, descrita por el propio Salles como un lugar que “me permitió entender que el mundo era mucho más grande de lo que podía imaginar”, se convierte en un espacio simbólico donde se libran batallas invisibles pero vitales. La película, entonces, no solo se convierte en una reflexión sobre los traumas del pasado, sino en una reflexión sobre la importancia de recordar y transmitir esas historias a futuras generaciones.
El poder de las interpretaciones
Las actuaciones son el alma de Aún Estoy Aquí. Fernanda Montenegro, que en su carrera ha sabido conmover al público con su profundidad emocional, ofrece una interpretación cautivadora como la Eunice envejecida. La escena en la que reconoce la fotografía de su marido en un reportaje televisivo es uno de los momentos más poderosos del cine reciente, donde la memoria, la pérdida y la reconciliación se entrelazan de forma sublime.
Fernanda Torres, quien interpreta a la joven Eunice, también brilla con una actuación que combina la fragilidad con la determinación. Juntas, las dos Fernandas logran crear un retrato único de una mujer cuya fortaleza silenciosa y resiliencia frente a la adversidad ofrecen una lección de humanidad que resuena más allá de las fronteras de Brasil.
La dimensión histórica de la película
Lo que realmente distingue a Aún Estoy Aquí es su capacidad para combinar lo personal con lo colectivo. Walter Salles, al dirigir la película, no solo rinde homenaje a la familia Paiva, sino que también se enfrenta a los demonios del pasado brasileño. La película no se limita a relatar los eventos de los años 70, sino que sigue el viaje de reconstrucción de la memoria de la familia Paiva a lo largo de tres décadas, un reflejo de la lucha de Brasil por redemocratizarse.
A través del uso de formatos de película como el Super 8 y el 35mm, Salles y su equipo crean una atmósfera que no solo recuerda el pasado, sino que también lo siente, lo respira. La textura rugosa del Super 8, tan asociada a las filmaciones familiares, crea una conexión emocional instantánea con el espectador, al mismo tiempo que simboliza la fragilidad de la memoria historias.
Una reflexión sobre el Brasil contemporáneo
La relevancia de Aún Estoy Aquí no se limita a su capacidad para contar una historia del pasado, sino que, al igual que el cine de Salles en general, busca establecer un diálogo con el Brasil contemporáneo. El contexto político actual del país, marcado por el resurgimiento de la extrema derecha y la amenaza a las libertades civiles, otorga una urgencia especial a la película. Como bien señala el director, “la fragilidad de nuestra memoria de los años de la dictadura militar” se refleja en la vulnerabilidad de la democracia actual.
Esta película, por tanto, no es solo una reconstrucción del pasado, sino también un recordatorio de lo que está en juego si no aprendemos de nuestros errores históricos. Aún Estoy Aquí es, en este sentido, un acto de resistencia cinematográfica.
Con su selección como entrada de Brasil para los Premios de la Academia, esta película no solo tiene el potencial de colocar al país nuevamente en el centro de la conversación mundial, sino que también marca un hito en el cine latinoamericano. Sin lugar a dudas, Aún Estoy Aquí es una de las películas más poderosas de la década y una pieza esencial para comprender la historia y la cultura de Brasil.