El Kilo: un restaurante que merece aplausos
Confieso que creí haber probado todo en Bogotá. Llevo meses explorando sabores, texturas y propuestas en cada rincón de esta ciudad vibrante, pero ayer sucedió algo distinto. Visité El Kilo Marisquería, un restaurante que —con toda honestidad— no conocía, y salí no solo satisfecho, sino profundamente conmovido.
Como crítico, me mueve la búsqueda constante de lo genuino. Me impuse la meta de recorrer cada espacio gastronómico de Bogotá y Cundinamarca —más de 2 millones de rincones— para entender qué mueve realmente el paladar colombiano. Pero hay días, contados, en los que la experiencia trasciende el gusto. Ayer fue uno de esos días.
Fui invitado a un evento por una isla de lujo, Anguilla , pero lo que encontré en El Kilo fue mucho más que una experiencia. Encontré alma. Encontré propósito. Encontré cocina con corazón.
El servicio que eleva la experiencia
Lo primero que quiero resaltar es el servicio. El Kilo se atreve a poner a las personas en el centro. Desde la bienvenida hasta la despedida, hay una clara cultura de hospitalidad. El administrador no solo sabe lo que hace, lo vive. Y eso, en un restaurante, se siente.
Una carta que respeta el producto y honra al mar
Ahora sí, hablemos de los platos. Probé varias preparaciones —no todas las recuerdo por nombre, pero sí por emoción. Entre ellas, tres merecen un lugar destacado en cualquier guía gastronómica de Colombia:
- Ceviche de la casa: brillante en sabor y presentación. Servido en una vajilla impecable, que convierte el plato en arte. La frescura del pescado, la acidez exacta y la textura perfecta me hicieron cerrar los ojos al primer bocado.
- Piqueo Caliente: un recorrido sensorial por el mar. Chicharrón de calamar, pulpo a la parrilla, empanadas de camarón y langostinos crujientes, acompañados de patacones. Un festín. Aquí hay técnica, pero sobre todo, respeto por el producto.
- Mar y Tierra: camarón y panceta de cerdo en una jugosa salsa agridulce. Una combinación poderosa, equilibrada y perfectamente ejecutada.
Y como todo crítico que honra el dulce final, no puedo dejar de mencionar la Primavera de Frutos Rojos: tres bolas de helado de vainilla que se funden con galleta Oreo, fresas, uvas, merengue y arequipe caliente. ¿Postre o abrazo emocional? Ambas cosas.
Una marisquería con más de 15 años… y con mucho por enseñar
El Kilo no es nuevo. Lleva más de 15 años deleitando paladares en Bogotá. Pero es ahora, en medio de una generación obsesionada con la inmediatez, cuando su propuesta cobra aún más valor: cocina hecha con paciencia, servicio con vocación y experiencias que no se improvisan.
No es solo un restaurante de mariscos. Es un lugar donde se respira pasión por lo bien hecho. Y si usted, lector, está buscando un sitio donde no solo lo alimenten, sino que lo conmuevan, este es el lugar.
Recomendado con total convicción.
No es publicidad. No es favor. Es crítica sincera.
Y si usted aún no lo conoce, está perdiéndose uno de los secretos mejor guardados de Bogotá