Crítica Gastronómica: Estefani y la Revolución de las Obleas en Usaquén
En la vibrante ciudad de Bogotá, donde la gastronomía fusiona tradición e innovación, cada vez más emergen voces que renuevan los clásicos y le dan una nueva dimensión a lo que pensábamos conocer. Esta vez, me encontré con una propuesta que no solo reinterpreta un ícono de nuestra comida, sino que también demuestra el poder transformador de la creatividad y la pasión por lo auténtico. Estefani, una emprendedora que ha reinventado las obleas, es el ejemplo perfecto de cómo un producto tradicional puede elevarse a otro nivel sin perder su esencia.
Recientemente, escuché una reflexión de Tulio Zuluaga en un evento que me dejó una lección clara: “El secreto de la riqueza no está en el dinero, sino en ayudar a otros. Eso se devuelve”. Esta idea de que el verdadero lujo no reside en las mansiones ni en los diamantes, sino en el poder de compartir y contribuir al bienestar de los demás, resuena poderosamente cuando nos encontramos con personas como Estefani. Ella ha decidido, con su trabajo y dedicación, ayudar a muchos a través de su emprendimiento, transformando una tradición dulce de Colombia en una experiencia culinaria única.
Las obleas han sido parte de nuestra historia gastronómica durante generaciones, pero Estefani ha logrado hacer algo que pocos se atreverían a intentar: transformar este clásico en una propuesta fresca y moderna, manteniendo la autenticidad pero incorporando sabores exóticos y combinaciones inesperadas. Su cono oblea, con un toque crujiente y sabrosos ingredientes, es una de sus creaciones más destacadas, pero su taco oblea y la innovadora obleas split también muestran la versatilidad y creatividad que ha puesto en cada uno de sus productos.
Lo impresionante de Estefani no es solo la calidad de lo que ofrece, sino el camino que ha recorrido. Empezó con un pequeño puesto sobre una mesa en el corazón de Usaquén y, con esfuerzo, pasión y visión, ha logrado llevar su concepto a un carrito que destaca por su diseño y personalidad. Lo que en un principio parecía una idea modesta, hoy es una propuesta gastronómica sólida que demuestra lo que se puede lograr cuando alguien se atreve a hacer algo distinto y auténtico.
Sin embargo, como crítico gastronómico, no puedo evitar señalar una tendencia que me incomoda. En más de una ocasión, he visto a personas acercarse a su puesto, tomar fotos de todo y luego tratar de replicar lo que Estefani ha construido con tanto esfuerzo. Es una práctica bastante común en el mundo gastronómico actual, pero que no deja de ser algo frustrante. La originalidad es un valor que debe ser reconocido, y lo que Estefani ha hecho merece ser celebrado por su frescura, su riesgo y, sobre todo, por su capacidad para reinventar un producto tan querido por todos.
Ubicada estratégicamente frente al restaurante Pedro Mandinga, diagonal a Wok, su carrito es un lugar que no se debe pasar por alto. Yo probé su cono oblea y, por solo 8.000 pesos colombianos, me encontré con una experiencia de sabores que, sencillamente, no esperaba. La combinación de texturas crujientes y frescura en cada bocado es una fantasía gastronómica que vale la pena probar.
Apoyar a emprendedores como Estefani es más que una recomendación gastronómica; es una forma de contribuir a la evolución de nuestra cultura culinaria. En un mundo donde las imitaciones abundan, reconocer a aquellos que están marcando la diferencia es fundamental. No se trata solo de disfrutar de sus productos, sino de apoyar a quienes, con su trabajo y creatividad, están dando un paso hacia la construcción de una gastronomía más rica, diversa y llena de innovación.